Tener
presencia en el mundo digital es muy sencillo, pero saberla tener se ha
convertido en una piedra en el zapato para muchos “famosos” o para empresas en
todos los sectores de la economía.
Ya
pasamos, o al menos debemos pasar, del familiar que sabe mucho de redes para
que maneje las cuentas de la empresa, al profesional que conoce ambas caras de
la organización, el mundo terrenal y el virtual. Lo que pasa en cada uno de estos
entornos no se queda solo allí, pasa al otro, le afecta, le impacta y, en muchas
ocasiones, de manera muy negativa.
Traigo
a colación una cita de un artículo de Tomás Loyola Barberis en la revista Marketing+Ventas,
allí menciona algo que se convierte en motivación para este artículo; para qué
abrimos redes, porque hacerlo es muy sencillo, pero que se conviertan en
forjadores de imagen y que a su vez generen más ventas, ya es otro paso más
largo, veamos qué dice Loyola:
Un plan de social media no es
tener perfil en Facebook. No. De verdad que no lo es. No, tampoco en Twitter.
No, ni siquiera sumándole tus esfuerzos en LinkedIn. Eso es, para ser más precisos,
abrir perfiles en redes sociales, pero no es un plan de social media. Y eso, aunque
no lo creas, es totalmente gratis y absolutamente irrelevante. De nada sirven
los perfiles “fantasma” en las redes o incluso una presencia diaria, sin un
sentido profesional y claro que dirija las acciones que se generen a través de
ellas. Por eso es que, aunque tienes 1.000 o 10.000 seguidores en Twitter,
Instagram o Facebook, tus resultados de ventas siguen siendo los mismos que
antes. La única diferencia es que ahora cuentas con una hora menos al día o has
tenido que extender tu jornada otros 60 minutos. (Barberis, 2017)
Porque
las cosas se convierten en moda, muchas empresas buscan el certificado de
calidad ISO por exhibirlo, pero no sienten la calidad como eje de la
organización. Lo mismo pasa con las redes, las abrimos porque son de fama, porque
“todos” las tienen, pero ¿a mí me sirven? ¿Las necesito? O como mencionan algunos
teóricos, entre ellos @markwschaefer en una conferencia que subió a Slideshare:
“¿Somos una marca que conversa? O ¿Podríamos serlo? (Traducción Luis Sierra)
Ese es
el punto, si abrimos una cuenta en cualquier red social es para conversar, no
para que el usuario nos lea y nosotros a él no. Muchos de mis estudiantes me
dicen: “Profe, pero si normalmente una empresa tiene miles de seguidores,
responderle a todos es imposible” Yo les contesto, “entonces que no vendan,
porque si venden mucho tendrán miles de compradores y cada uno es una historia,
una experiencia, una percepción de la imagen de la empresa, ¿en ventas los
tenemos en cuenta, pero en redes no?.”
Tener
redes sociales es estar en el mundo 2.0 o superior, pero tenerlas para que me
lean es como volver a las carteleras de papel, pura comunicación 1.0, en una
sola vía, donde la empresa habla y el seguidor lee y calla, no tiene derecho a
expresarse porque sería como hablarle al celular apagado, nadie respondería.
Conversemos
más con nuestros seguidores, un clic, una respuesta a tiempo, un mensaje
directo, eso es conversar. Hagámosle sentir importante, porque lo es, porque
nos interesa su opinión, porque sabemos que sin él no existiríamos. Hoy en
Whatsapp se usa mucho el término: “Me dejó en visto”, no le hagamos eso a
nuestra imagen, no ignoremos a aquel que nos ayuda a salir adelante, que nos
impulsa para poder generar más empleo, esa es la tarea. De-lógica ¿o no?
Referencias
Barberis, T. L. (2017). ¿Para qué sirven las redes
sociales? Marketing + Ventas, 10 - 17.
@markwschaefer
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