Vistas de página en total

jueves, 3 de noviembre de 2011

Pasiones que matan

En Colombia hay una campaña que se llama Colombia es Pasión, esta estrategia para mercadear el país es muy importante y tiene como objetivo el hacer que sus habitantes nos enamoremos perdidamente del país, lo defendamos, lo ayudemos a construir y hagamos de este el mejor lugar del mundo. Desafortunadamente esta expresión puede ser mal entendida, incluso por sus múltiples significados, uno de ellos es: “Afición o inclinación viva por alguien o algo”, otra es mucho más dura: “Sentimiento muy intenso que domina la voluntad y puede perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira”
Esta segunda es la que más se manifiesta en Colombia, gente que destruye oficinas públicas, edificaciones y hasta mata por el simple hecho de ver que sus ideas no fueron aceptadas en las urnas, caso típico lo que ha ocurrido en varias ciudades, especialmente en la costa atlántica, donde consideran que sus candidatos perdieron y por eso arrasan con todo.
Lo mismo ocurre en el fútbol, hinchas que piensan diferente son asesinados por ser “opositores”, como si el pensar diferente fuera un crimen nacional.
Nos falta confianza en las autoridades y estamentos encargados de decidir temas que nos parecen contrarios a nuestro ideal. Si hay instancias que pueden recibir nuestras denuncias, ¿qué ganamos con incendiar la sede de la alcaldía, camiones, carros y todo lo que esté en el camino?
En Colombia y en el mundo, pero mi preocupación mayúscula es mi país, debemos aprender a protestar, tenemos que quitar de nuestro diario vivir el hecho de hurtar almacenes por el simple hecho de protestar, obstruir carreteras porque no estamos de acuerdo con algunas acciones del gobierno. Contradecir no puede ser sinónimo de terrorismo, con eso lo único que hacemos es darle gusto a los enemigos del país, aquellos que incitan a la violencia.
Hay formas de protestar pacíficamente, como lo ocurrido en el municipio de Bello, donde a una candidata no le permitieron inscribirse para las elecciones municipales y ella no le pidió al pueblo que acabara con todo, por el contrario los invitó a salir a las calles y hacerse sentir, pero sin hacer disturbios ni destruir nada. Adicionalmente y como la mejor manera de protestar, invitó a sus seguidores a votar en blanco, una excelente opción que está en las leyes colombianas.
Hoy en día la noticia nacional son los resultados en Bello, el único candidato con el 37,19 por ciento de votos y el voto en blanco con 56,70 %, obligando así a realizar nuevas elecciones, con nuevos candidatos y con el sabor de haber hecho las cosas bajo el amparo de la ley. No hubo muertos, no hubo insultos y ahora tendrán la posibilidad de tener una persona rigiendo el destino del municipio con el favor de una gran mayoría de habitantes.
Esta historia se debe convertir en ejemplo para todos, construir es más difícil que destruir, pero la primera trae grandes satisfacciones y la segunda ahonda la pobreza de nuestra gente.
Apasionémonos por lo que queremos, luchemos por conseguirlo pero sin ir acabando con todos por alcanzar ese ideal. Una pasión bien manejada puede convertirnos en seres insuperables, amados por todos. Por eso la pasión debe ir de la mano de la legalidad, bajo las leyes, con ética y honestidad por lo nuestro. ¿O acaso la destrucción de la alcaldía de un municipio costeño le traerá a su gente más riqueza, más oportunidades y les ayudará a salir de la pobreza?
Pasión, pasión por lo que amamos, seamos apasionados pero no ciegos, porque así no ganaremos nada. De-Lógica. ¿O no?