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jueves, 10 de octubre de 2019

Cuando ya no quede tiempo


Vivía yo por fuera de Colombia, cuando uno de mis hermanos me dijo: “Luis, crearon una herramienta tremenda para encontrar amigos del colegio, de infancia, de toda la vida.” Me hablaba feliz, la busqué, me metí y efectivamente, me sirvió para encontrar a mis compañeros del colegio, creamos un grupo y allí organizábamos las reuniones presenciales.

Éramos felices con esta aplicación, si, Facebook. Encontré hasta exnovias, amigos de la universidad, de la vida, era fantástica. Con el tiempo nació otra aplicación, WhatsApp, esta mucho más refinada y directa. Allí tenemos grupos de familia, de amigos, de trabajo, de identidad por algo en especial, todos reunidos en el mismo sitio, una maravilla, la tecnología sirve para unirnos, para sentirnos más cerca.

Espero que haya leído bien una palabra que escribí en el párrafo anterior, SENTIRNOS más cerca, hago énfasis en ella porque esa cercanía es irreal, no nos podemos sentir, abrazar, mirar a los ojos. Es mejor cuando nos encontramos físicamente, no únicamente cuando alguien llega y dice: “Muchachos, siento informar que fulanito de tal murió esta mañana, le dio un infarto fulminante” Y todos pensamos, qué vaina y no lo volvimos a ver, hace mucho que no conversaba con él o ella.

Qué pesar que la tecnología nos acerque más al computador, o al celular, que a la gente, que a los amigos. Casi todos los días leo: “Bueno, organicemos un encuentro.” Y comienzan, yo no puedo, tengo mucho trabajo, esa hora no me sirve, tengo clase, tengo reunión, tengo, tengo, tengo y cuando menos pensemos no tendremos nada.

Yo espero que a mis contactos, a quienes compartiré esta entrada en mi blog, les “mueva” el piso y de verdad nos veamos, se acerca diciembre y es hora de rememorar, de volver a contarnos las historias que ya hemos relatado 100 veces, igual que pasaba con mi papá cuando él me narraba su viaje a Ginebra o a New York, ya las sabía, pero el solo hecho de escucharlo de su voz me hacía reír una y mil veces, cuánto daría por escuchar una vez más la historia de Mr Moon, si la quieren saber se deben reunir conmigo y se las contaré, no con la gracia de mi papá, pero de seguro les gustará.

No esperemos a que no quede más tiempo, no alarguemos más el día en que le daremos un abrazo al amigo, al compañero, al vecino de infancia, es hora de volver a conversar cara cara, no pantalla a pantalla, es hora de decir te quiero con el corazón, no con un Emoji, sino con la presencia física, aquella que seguramente en poco tiempo ya no será posible, cuando ya no quede tiempo. De-lógica ¿o no?

jueves, 3 de octubre de 2019

Redes sociales 2.0 Vs Empresas 1.0



Tener presencia en el mundo digital es muy sencillo, pero saberla tener se ha convertido en una piedra en el zapato para muchos “famosos” o para empresas en todos los sectores de la economía.
Ya pasamos, o al menos debemos pasar, del familiar que sabe mucho de redes para que maneje las cuentas de la empresa, al profesional que conoce ambas caras de la organización, el mundo terrenal y el virtual. Lo que pasa en cada uno de estos entornos no se queda solo allí, pasa al otro, le afecta, le impacta y, en muchas ocasiones, de manera muy negativa.
Traigo a colación una cita de un artículo de Tomás Loyola Barberis en la revista Marketing+Ventas, allí menciona algo que se convierte en motivación para este artículo; para qué abrimos redes, porque hacerlo es muy sencillo, pero que se conviertan en forjadores de imagen y que a su vez generen más ventas, ya es otro paso más largo, veamos qué dice Loyola:
Un plan de social media no es tener perfil en Facebook. No. De verdad que no lo es. No, tampoco en Twitter. No, ni siquiera sumándole tus esfuerzos en LinkedIn. Eso es, para ser más precisos, abrir perfiles en redes sociales, pero no es un plan de social media. Y eso, aunque no lo creas, es totalmente gratis y absolutamente irrelevante. De nada sirven los perfiles “fantasma” en las redes o incluso una presencia diaria, sin un sentido profesional y claro que dirija las acciones que se generen a través de ellas. Por eso es que, aunque tienes 1.000 o 10.000 seguidores en Twitter, Instagram o Facebook, tus resultados de ventas siguen siendo los mismos que antes. La única diferencia es que ahora cuentas con una hora menos al día o has tenido que extender tu jornada otros 60 minutos. (Barberis, 2017)
Porque las cosas se convierten en moda, muchas empresas buscan el certificado de calidad ISO por exhibirlo, pero no sienten la calidad como eje de la organización. Lo mismo pasa con las redes, las abrimos porque son de fama, porque “todos” las tienen, pero ¿a mí me sirven? ¿Las necesito? O como mencionan algunos teóricos, entre ellos @markwschaefer en una conferencia que subió a Slideshare: “¿Somos una marca que conversa? O ¿Podríamos serlo? (Traducción Luis Sierra)
Ese es el punto, si abrimos una cuenta en cualquier red social es para conversar, no para que el usuario nos lea y nosotros a él no. Muchos de mis estudiantes me dicen: “Profe, pero si normalmente una empresa tiene miles de seguidores, responderle a todos es imposible” Yo les contesto, “entonces que no vendan, porque si venden mucho tendrán miles de compradores y cada uno es una historia, una experiencia, una percepción de la imagen de la empresa, ¿en ventas los tenemos en cuenta, pero en redes no?.”
Tener redes sociales es estar en el mundo 2.0 o superior, pero tenerlas para que me lean es como volver a las carteleras de papel, pura comunicación 1.0, en una sola vía, donde la empresa habla y el seguidor lee y calla, no tiene derecho a expresarse porque sería como hablarle al celular apagado, nadie respondería.
Conversemos más con nuestros seguidores, un clic, una respuesta a tiempo, un mensaje directo, eso es conversar. Hagámosle sentir importante, porque lo es, porque nos interesa su opinión, porque sabemos que sin él no existiríamos. Hoy en Whatsapp se usa mucho el término: “Me dejó en visto”, no le hagamos eso a nuestra imagen, no ignoremos a aquel que nos ayuda a salir adelante, que nos impulsa para poder generar más empleo, esa es la tarea. De-lógica ¿o no?

Referencias


Barberis, T. L. (2017). ¿Para qué sirven las redes sociales? Marketing + Ventas, 10 - 17.
@markwschaefer